Editorial

El futuro del trabajo también debe escribirse en femenino

Cada 1° de mayo, el mundo se detiene un momento para honrar el trabajo. Pero en ese homenaje general, hay una historia que aún no se celebra como merece: la del esfuerzo silencioso, persistente y, muchas veces, doble de las mujeres en el mundo laboral.



Hoy, ser mujer trabajadora no es simplemente tener un empleo. Es abrirse paso en un mercado que aún arrastra desigualdades históricas, desde brechas salariales hasta barreras invisibles para el ascenso profesional. Es enfrentar entrevistas donde se pregunta por planes de maternidad antes que por ambiciones, es liderar proyectos sin que se reconozca el liderazgo, es estar preparada para competir dos veces más para ser vista con la mitad de la seriedad.

En pleno 2025, las mujeres han conquistado territorios impensados hace unas décadas. Son CEO, ingenieras, emprendedoras tecnológicas, científicas líderes y obreras sindicalizadas. Pero también siguen siendo, en la mayoría de los hogares, las responsables del cuidado: de hijos, padres, casa, agenda. Y ese “doble turno” —el profesional y el doméstico— rara vez figura en las estadísticas.



La buena noticia es que el cambio no se detiene. Cada vez más mujeres alzan la voz, exigen equidad, rompen techos de cristal y crean redes de sororidad laboral. Las nuevas generaciones ya no piden permiso para brillar, sino que diseñan su propio camino.

Este Día del Trabajo, el homenaje es para todas ellas: para la mujer que se levanta temprano a abrir su negocio, para la que cuida a otros mientras trabaja, para la que está en búsqueda, para la que sueña con algo mejor y no se rinde. Que el descanso sea merecido, pero que la lucha no se detenga. Porque el futuro del trabajo también debe escribirse en femenino. ¡Feliz Día del Trabajo!

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