Ianina Ciancio: «Cocinar es mi manera de demostrar amor»
Dueña de una simpleza especial y una fuerte transformación interior, emprendedora, sensible, resiliente, y apasionada, Ianina Ciancio es una de las cocineras que viene ganando el reconocimiento del público bajo su experiencia y talento gastronómico
Oriunda de Lobería, provincia de Buenos Aires, Ianina Ciancio (41) pasó durante su niñez varias vacaciones en Mendoza, donde atesora momentos inolvidables que dejaron una huella profunda en su vida. Se aferró a los paisajes, los aromas, los sabores de esta tierra, y más tarde cuando finalizó el secundario decidió junto a sus padres regresar a la provincia, esta vez para siempre.
Ianina ingresó a la Escuela Islas Malvinas, cursó la carrera de gastronomía mientras hacía unas pasantías de catering, se enamoró del cocinero Matías Podestá (con quien tuvo 4 hijos), transitó por aciertos y errores, descubrió el talento en la cocina, encontró felicidad y se proyectó en esta profesión.
Antes y después de ser cocinera supo trascender, reinventarse más de una vez, levantarse de tropezones y caídas. Es madre de Tomás (18), Lola (16), Justo (13) y Carmela (12). Recibió la mayor alegría al verlos nacer y crecer, pero también en su mirada la invade una profunda tristeza, representada por la pérdida de Lola, su segunda hija, como dice ella “es un ángel que me cuida”.
Muchas terapias, amor, comprensión, el trabajo, y sus hijos, la ayudaron a sostenerse y a seguir empujando el barco de la vida. En una charla profunda, sincera y de momentos cargada de emociones contó sobre su presente, recuerdos y el amor por la gastronomía.
Ianina, referente de la gastronomía de Mendoza
Con claridad y sin obstáculos comenzó a cursar Gastronomía: “Siempre me gustó la cocina y nunca tuve dudas de estudiar esta carrera. Estando en la escuela de cocina, comencé con pasantías trabajando en el catering de Silvana Cavagnaro, donde cococí a Matias Podestá, quien fue mi marido y es el padre de mis hijos”, destaca Ianina.
“Matías ya hacía catering y empezamos a expandirnos con restaurantes en distintas bodegas. Siempre estuve enfocada en la planificación, administración y organización de la gastronomía. Pasé por Entre Cielos, continué sola con algunos eventos y abrí las puertas de una “roti” de comida envasada al vacío, en el Quick Point de Chacras”, recuerda la cocinera.
Tras la pandemia Ianina se instaló en Blur, el restaurante del paseo comercial Álamo, ubicado en calle Boedo, donde continúa con asesoramiento. A su vez, y desde hace 5 meses es la encargada y coordinadora del nuevo restaurante Criolla, el tercer espacio gastronómico de bodega Lagarde, enclavado en Planta UNO, Godoy Cruz.
–Son 20 años en la gastronomía, la mitad de tu vida: ¿Cómo lográs mantenerte en esta profesión sobre todo en este momento donde la situación es tan compleja?
-Creo que me sostengo porque es una profesión que me encanta. Y si me preguntan si la volvería a elegir diría siempre que sí, todos los días de mi vida. Para mí es una profesión que tiene muchos momentos difíciles, generalmente hay que trabajar con mucho recurso humano, y eso requiere paciencia -que la vas adquiriendo con el paso del tiempo porque no siempre la tuve- (risas). El tiempo te da cierta estabilidad, confianza, y uno comienza a tener otra mirada de las cosas. Cuando tenía 20 años hacíamos 10 o 15 eventos en una semana, por ejemplo, y ahora reconozco que la zona de trabajo es diferente: uno elige desde otro lugar. Lo bueno que tiene la gastronomía es que la podes adaptar a lo largo de los años de acuerdo a lo que uno quiera. Quizás el catering es para personas más jóvenes, donde necesitas esa fuerza y energía para llevarla adelante porque es como hacer cuatro mudanzas donde cargas en la cocina, descargas en el evento, volves a cargar y descargar en tu cocina. Sin dudas lo puedo hacer pero no sé si con el ritmo que lo hacía en un principio.
–¿Cuáles son los sabores, aromas, vivencias que disparan los mejores recuerdos de tu infancia?
-Tengo dos aromas muy marcados en mi vida. Soy del sur de la provincia de Buenos Aires, y cada vez que venía a visitar a mi abuela aquí a Mendoza (solíamos venir en invierno y verano) siempre nos hacía tortitas y calentarlas en su horno nos dejaba un aroma especial, eso me marcó realmente. Por otro lado, mi abuelo paterno vivía en Necochea y cuando lo visitábamos nos preparaba pollo al romero. Toda mi niñez odié el romero, nunca me gustó, le sacaba todos los palitos; y ahora es un sabor que me encanta y lo tengo muy presente.
-¿Cómo es hoy Ianina, entre el trabajo, hijos, colegios, reuniones, bodegas y eventos?
-Sigo profundamente vinculada a la gastronomía, y también hago eventos más chicos. Actualmente trabajo en Blur, Criolla y en eventos de Bodega Lagarde por lo que voy dividiendo mi tiempo. Tengo cuatro hijos, lo cierto es que estoy todo el día ocupada, llevo y traigo, pero me motiva el trabajo asique estoy feliz.
-Si hay algo que no falta en tu cocina es esa pasión, inspiración y amor para crear cada plato. ¿Esto se construye o fluye?
-Creo que fluye. La realidad es que no tengo una vida muy planeada, y a veces dejo llevarme un poco por las cosas, pero nunca tengo una receta para decir voy a replicarla. Pienso que las cosas naturales siempre funcionan mejor, y si hay algo que sí me gusta es elegir el producto y que salga lo que salga en ese momento.
-En alguna oportunidad mencionaste que crear por sobre lo habitual te genera un mayor disfrute...
-Sí, es mucho más difícil hacer algo especial desde lo cotidiano que tener un menú único que lo buscás una vez cada tanto. Nosotros buscamos lo habitual, lo que vas a comer todos los días, trato que tenga un buen sabor. Me parece que poder atraer a la gente desde ese confort de la comida diaria es mucho más gustoso, incluso para nosotros los cocineros porque tenes que sorprender con una milanesa que sea rica. Siempre me siento más cómoda con ese tipo de cocina de producto, más natural, con aromas simples.
-¿Los desafíos también te movilizan?
-Sí, ¡me encantan!. Creo que por eso me gusta la gastronomía.
-¿Existe un secreto para ganarse un lugar en el paladar de la gente?
-Creo que tiene que ver con la pasión que uno le pone en el día a día. Siempre digo que cocino con amor porque me gusta hacerlo, y no lo hago desde la necesidad, sino porque es mi manera de demostrar amor.
-Mamá por cuatro, ¿qué representan tus hijos?
-Son todo. Cada uno con lo suyo, pero son todo en mi vida. Me encanta compartir con ellos, y a ellos conmigo y con su papá, Matías. La cocina fue como el nexo con nuestros hijos en todo sentido, a ellos les encanta comer, cocinar. Siempre hemos tratado de disuadirlos que no estudien esta profesión, pero es inevitable, lo llevan en la sangre. Todos quieren ser cocineros, menos Carme, si bien cocina, es la única que no tiene en sus planes continuar con esta profesión. A los varones, les encanta. De hecho, Tomi está trabajando conmigo actualmente, y lo hace muy bien.
–Te tocó atravesar uno de los momentos más difíciles de la vida, la pérdida de Lola. ¿Cómo se sigue? ¿Qué es lo que te ha ayudado a superar ese dolor?
-Tomás fue una gran ayuda en mi vida, después de lo que pasó con Lola fue aferrarme 100% a él, y creo que también decidí que mi vida continuara. Fue una decisión de vida, donde te podes quedar en ese momento, en esa queja, en ese dolor y en esa bronca (que no quiere decir que no lo sienta porque aún hoy siento todo ello y me hago las mismas preguntas que cualquier persona puede sentir cuando se te va un hijo), pero decidí seguir y aferrarme a lo lindo que tiene la vida.
Tengo la suerte de tener un ángel para mí, para nosotros. Con mis hijos todo es natural, Lola está siempre con nosotros, es parte de nuestro día a día, sin pena. Creo que también es el tiempo que ayuda a que pueda hablarlo así, tuve mis momentos de bronca. La vida me dio otra oportunidad y elegí aprovecharla, es muy importante no quedarse en ese momento. Tengo más hijos que me dan mucha fuerza. Y aparte tengo una vida re linda con salud, trabajo, hijos, un montón de cosas que me demuestran que un tropezón no es caída. Siempre digo que hay que sacudir y volver a seguir.
Seis frases imperdibles
«La vida es muy corta para perder el tiempo».
«No me arrepiento de nada de lo que he hecho, claramente se pueden corregir las cosas pero no me arrepiento de nada».
«Reconozco que me encanta hacer kepi, me encanta la comida árabe».
«Viajar es la felicidad absoluta».
«El mayor logro alcanzado son mis hijos».
«Si pudiera volver el tiempo atrás haría lo mismo. Tal vez con más estabilidad emocional, que es propio de la edad también, pero volvería hacer lo mismo».
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