Editorial

Un mes ultra rosa y una rosa para mamá

Octubre es el mes rosa por excelencia, porque las mujeres conmemoran muchas fechas importantes como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, el Día de las Mujeres Rurales, y el Día de la Menopausia y por supuesto el inolvidable Día de la Lucha contra el Cáncer de Mama que por supuesto ocupa un escalón especial vinculado con la prevención y la concientización de la enfermedad, ya que la detección temprana del Cáncer de mama, aumenta las posibilidades de recuperación.

Pero a pesar de un calendario de octubre desbordado de femineidad, la fecha más importante que se celebra es el Día de la Madre (según el comercio la más importante del año). Pero que significa ser mamá y que significa no serlo. Hace unos días leí un artículo sobre una mujer que le preguntaba a otra si tenía hijos, una pregunta que conlleva cierto riesgo porque existe la posibilidad que se le ilumine la cara e inmediatamente saque el celular para mostrar orgullosa sus bendiciones o se puede generar una situación incómoda sobre todo después de determinada edad y recibir un simple “No”. Y el abismo, la sensación de vacío. A lo que le siguen comentarios absurdos como que llegarán o que disfrutas más tu libertad o que podés tener mascotas o sobrinos. Pero lo cierto es que detrás de esa respuesta tan corta suceden tratamientos, sueños, deseos, patrones sociales, situaciones conflictivas, proyectos no concretados, etc. Y el hecho de no ser madre a los 40 o 50 parece cargar con un fracaso marcado por la sociedad. Podrás pensar que los tiempos han cambiado y que la mujer no necesita validar su existencia siendo madre, pero lo cierto es que, a pesar del desarrollo profesional, personal y económico, la idea de conformar una familia aun sigue siendo uno de los principales mandatos que la mujer recibe y aunque en el trascurso de su vida pueda encontrar placer en muchas otras cosas como viajes, amistades, proyectos, entre otros, la maternidad es uno de los items más importantes que no pasan desapercibidos. Estiman que solo un 5% de las mujeres se encuentras exentas de este deseo, contra un 30% de los hombres ante la paternidad. Por eso, cuando después de los 40 nos preguntan si tenes hijos, el abismo parece eterno, y la caída rebota en una respuesta que termina dando explicaciones por algo que no se logro, no se pudo o no se quiso. Pero aunque vivimos tiempos con jóvenes mucho más liberadas que a los 25 aseguran que no serán madres, los condicionamientos siguen pesando en una generación criada bajo la lupa de la familia modelo.

La maternidad es un milagro, pero un verdadero milagro. No solo el hecho de dar vida, que de por si es la maravilla de la humanidad, sino la magia del universo para coincidir y lograr que ese deseo encastre justo con la luz.  Pero también es cierto, que maternar es mucho más amplio, excede el milagro y es una condición voluntaria de acoger, es ese amor incondicional de una mujer hacia sus hijos o aquellos a los que siente como sus hijos.

Cada una tiene lo que necesita para crecer y a veces los obstáculos que parece que lastiman sino los que nos ayudan a amarrarnos fuerte para empujarnos para arriba y volver a ver la luz. Lo que nos pasa está ahí por algo y aunque quieras llenar el check list de los deseos o los mandatos sociales, la vida suele llevarnos por caminos inesperados y el universo tiene un plan para cada una.

Este mes, celebro tantas maneras de maternar como sean posibles, aplaudo a esas madres que hacen malabares para estar presente y dar lo mejor, honro a nuestras madres que en tiempos menos conectados y más estrechos nos criaron con amor y ya que estamos pido por los sueños todas esas mujeres que anhelan ser mamás y cada tanto se encuentran frente al abismo de la incertidumbre.

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