De la pastelería a la hotelería: María Aguinaga, la mendocina que invirtió en uno de los proyectos más innovadores de la provincia
Su historia es sin duda, un testimonio de amor por Mendoza, visión e innovación
Conocida por su talento y dedicación en el mundo de la pastelería a través de Miss Mary, María Aguinaga ha dado un giro notable a su carrera. Luego de dirigir una exitosa fábrica de tortas durante 35 años y de establecerse en Estados Unidos los últimos cinco, hace pocos meses abrió un hotel boutique de lujo ubicado en el corazón de Chacras de Coria. Su historia es un testimonio de amor por Mendoza, visión e innovación.
Es así que hoy, esta mendocina es el alma mater de «La María». Junto a su esposo Ernesto Villarroel, emprendieron un proyecto de alto nivel y notable personalidad: un hotel boutique en Chacras de Coria con características únicas, capaz de satisfacer a turistas de todas partes del mundo.
A través de esta entrevista María Aguinaga recuerda sus inicios y comparte su anhelo de seguir apostando a Mendoza, hoy desdela hotelería.
¿Cómo comenzó tu carrera en la pastelería?
M.A: Empecé a especializarme a los 14 años. Hacía tortas en la casa de mis padres y las vendía. Luego, me enamoré de esta profesión, crecí y me capacité en Buenos Aires. En principio, lo hacía porque me gustaba agasajar a mis amigos y familiares, sobre todo, disfrutaba estar en los momentos felices de sus vidas.
¿Y cómo fue que fundaste Miss Mary?
M.A: Miss Mary nace gracias a la gente que me eligió. Amigos, familiares y negocios empezaron a buscar mis productos, como así también sus clientes. Después de un tiempo, advertí que tenía una clientela importante a quien prestaba estos servicios. El “boca en boca” funcionaba y mucha gente comenzó a llamarme. “Dame el teléfono de la chica que te hace las tortas” era una constante en los cafés a quienes yo abastecía. Estos clientes se asombraban cuando me veían tan jovencita. También vendí en los pasillos de Tribunales, recuerdo que amaban las colaciones de dulce de leche, los alfajores de maicena y los cuadraditos de manzanas.
Un camino, sin dudas, lleno de aventura y crecimiento…
M.A: En un viaje a Brasil durante una escala del vuelo me impactó una gran torta de chocolate exhibida en un café del aeropuerto, se llamaba “Miss Daisy”. Tenía 18 años y me fui a visitar esa fábrica. Fue una inspiración total su packaging, su historia. Ahí decidí que yo iba a ser esa, y me llamaría Miss Mary. El primer cartel pintadito a mano, con el nombre de mi negocio, se exhibió durante una colaboración en Casa Avome.
Y el momento inicial de este negocio de manera profesional fue al conocer en Buenos Aires a un francés llamado Miodrag (le decíamos Mío); lo invité a Mendoza en calidad de canje: yo lo llevaba a conocer Mendoza y él me enseñaba a hacer tortas. Un día me animó a atender el teléfono y decir “Miss Mary, buenos días”. Ese fue el puntapié que dio vida a los 35 años de trabajo ininterrumpido que gerencié.
Durante esos años hice mil cosas: además de vender tortas abríun café que se llamaba Miss Mary y más tarde sumé una sucursal. El negocio creció tanto como su estructura: muchos empleados, responsabilidades que a veces me sobrepasaban. Cerré uno de los cafés, volví a la fábricay más tarde sumé al negocio cotillón y lo llamé “Que los Cumpla”.
¿Qué te llevó a dejar la pastelería y embarcarte al extranjero?
M.A: Me cansé un poco del ritmo del rubro y decidí irme a vivir al exterior. Fue una experiencia nueva, enriquecedora, y junto a mi esposo, Ernesto Villarroel, decidimos comenzar el proyecto de un hotel en Chacras de Coria. Una idea que soñamos y planificamos desde que nos conocimos. Praia Rosa, en Brasil, fue el paraíso que nos inspiró, aunque este hotel boutique distó mucho de aquello que nos sedujo al principio.
¿Qué es La María Hotel Boutique?
M.A: La María no es cualquier hotel; es uno de lujo, con características únicas y capaz de satisfacer a turistas de alto poder adquisitivo y exigentes. Queríamos ofrecer algo realmente especial y creo que lo hemos logrado. El hotel cuenta con una variedad de instalaciones y servicios diseñados para brindar una experiencia única y lujosa a sus huéspedes. Cuenta con suites exclusivas decoradas con un estilo elegante, piscinas individuales, spa de alta gama. Además, cada rincón del hotel ha sido cuidadosamente diseñado para ofrecer confort y sofisticación, asegurando que cada visitante disfrute de una estancia inolvidable.
Los nombres de las habitaciones responden a mi admiración por ciertos autores. Siempre le dije a mi marido Ernesto que él era mi Hemingway, y así llamamos a nuestra primera habitación. Surgieron luego otros autores que hoy designan a cada habitación como Borges, Allende, García Márquez, Shakespeare, Camus y Simone de Beauvoir. Todas hermosas suites que van desde los 75 a los 100 m2.
El hotel tiene una superficie total de 2300 m2 y la cubierta, de casi 900 m2.
“La María” soy yo, desestructurada, cálida, abierta a recibir de la mejor manera a la gente. Vertiginosa, plena de desafíos. Es refinado y rústico. Así soy yo, un poco de todo, camaleónica, capaz de todo, optimista, incansable.
¿Cómo combinás actualmente este emprendimiento con tu vida en Estados Unidos?
M.A: Voy y vuelvo. Estoy mucho acá. Yo nací en Mendoza, amo Mendoza y por eso sigo apostando a ella. Es una provincia que tiene muchas cosas por hacer y para hacer. Así que ahora que el hotel está comenzando a funcionar intento estar lo más que puedo. Al inicio de los negocios tenemos que hacer que las cosas funcionen solas y para eso hay que estar presentes, trabajando, armando equipo…Hoy nada me frena. Estoy convencida de lo que es La María y de lo que va a ser, me tengo mucha fe.
La historia de María Aguinaga y su esposo Ernesto Villarroel es inspiración para todos aquellos que sueñan en grande, para otros que se van y siguen apostando a nuestra provincia.