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Coki Ramírez: “Soy una mujer que apuesta al amor propio”

En un parate de sus shows en Mendoza, la cantante cordobesa compartió una charla íntima con Voilà. Su presente artístico, su relación con la fama y la importancia de sus vínculos en una entrevista 360 imperdible

Si bien su nombre de pila es Patricia, un apodo puesto en su niñez cuando jugaba con sus hermanas en la fiambrería de sus padres entre las cajas de una reconocida bebida cola, fue el que más tarde, le permitiría ser reconocida como ‘Coki’. Sí. Hoy, esa niña traviesa y divertida, de mirada vivaz y con un talento vocal innato, se convirtió en la reconocida cantante Coki Ramírez, una mujer tenaz que ha hecho de la música, la expresión de su vida.


Espontánea, simple y de barrio, así es como se define Coki Ramírez. PH: Walter Talotti.

En plena gira promocional por Mendoza e invitada por el hotel Sheraton y Enjoy Casino para brindar shows musicales, Voilà coordinó un encuentro con esta bellísima cordobesa para una Entrevista 360°. ¿El objetivo? Conocer de cerca no solo su presente artístico sino ir un poco más allá, buscando ahondar en todo aquello que ha hecho de ella la mujer que es hoy.

R.V: ¿Cómo surge en vos la pasión por la música?

C.R: Si bien mi padre siempre tocó la guitarra y le gustaba el folklore y cantaba, en mi caso, nunca estudié canto ni absolutamente nada que tenga que ver con lo artístico. Sí estudié zapateo americano, pero no fui a una profe de canto ni a un fonoaudiólogo ni tampoco estudié teatro. Todo comenzó en el colegio en donde me sumaba a cada acto imitando a cantantes o también, cuando me disfrazaba en reuniones familiares imitando a Isabel Pantoja… ¡amaba imitarla cantando sus canciones! Me quedó como esta adicción de cantar canciones de otros pero dándole un toque personal. Más tarde, empecé a practicar un poco de piano y allí fue cuando los profesores descubrieron que no solo cantaba bien sino que además tenía oído absoluto.

R.V: ¿Entonces ese talento es algo absolutamente innato en vos?

C.R: (Risas) No soy pianista ni tecladista pero sí hay algo que traigo naturalmente como el oído musical. Creo que cantar no se aprende o sea,  no quiero ser absolutista, pero tengo la sensación de que uno nace con esto y si no es algo con lo que uno nace –por así decirlo-, resulta muy difícil que alguien que nunca cantó, lo haga. Pero  a ver, uno puede hacer que cante artísticamente o por diversión, y que libere toda su energía y sus emociones mediante el canto pero como que siento que se ha devaluado un poco esto de ser un ‘cantante profesional’: hoy canta cualquier persona. No soy jueza pero es complicado, no hay una vara que mida. Si bien cualquiera puede hacer lo que quiera y está perfecto, en mi caso siento que es un don que Dios me dio y que yo no lo elegí, sino que él a mí.



R.V: Sin duda que tu paso profesional junto al cantautor chileno Alberto Plaza fue una gran manera de comenzar a transitar este camino. ¿Cómo recordás esa experiencia?  

C.R: ¡Ay…cuántos hermosos recuerdos! Fui su corista durante ocho años aproximadamente. Lo conocí en Córdoba Capital. Siempre lo cuento y él se ríe: yo no sabía quién era y un día en el auto manejando, escucho la canción ‘Sentencia’ y me fascinó. Escuché la publicidad que venía a cantar y a grabar dos videos clips. Mediante contactos, sus productores me conocían de mi época de modelo y me invitaron al show junto con mi hermana. ¡Lo que lloré! Si hasta me tocó la mano y desde ahí, creo que me convertí en su fan. Recuerdo que yo miraba extasiada a las coristas. Creo fehacientemente en la ley de la atracción y en la visualización: yo veía a esas chicas del coro y me veía ahí, sabía que tenía que estar en ese lugar.

R.V: ¿Y cómo llegaste a él?

C.R: Al otro día me presentan Alberto en una grabación de uno de sus videos y me preguntó que si cantaba, le dije que sí y me pidió que al otro día le llevara una grabación. Grabé un tema de Céline Dion y otro de Toni Braxton. Le di el CD a Alberto y ese día mi papá me había prestado el auto, donde subió él y su manager y no podía creer mi voz ni que no hubiese estudiado canto y me dijo: ‘Estás contratada’.



Fue a partir de ese momento que se daría inicio a la carrera profesional de Coki Ramírez y como recuerda ella, “aprendiendo el oficio”. Así, de cantar en bares en su querida Córdoba Capital, los escenarios de América Latina conocieron su voz. Viña del Mar, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia fueron algunos de los tantos que conoció de la mano de Alberto Plaza.

“Sentía que me movía como pez en el agua en cada uno de estos escenarios, como si siempre hubiese estado”, afirma a Voilà la cantante.

C.R: Principalmente en Viña del Mar como es un festival muy grande fui como corista, sin embargo, en otros países Alberto me tomaba de la mano y me presentaba sola ante el público para cantar a dueto. ¡La generosidad de Alberto fue tremenda! Algo que muy pocas veces se ve en los artistas tan consagrados. Por él aprendí realmente cómo es la vida del artista, de las giras, las esperas, de los viajes eternos, del cuidado de la voz…no todo es tan sencillo como muchos piensan.

“Alberto me decía que tenía que volar sola pero era algo muy difícil en aquellos años, hasta que en un momento me decidí a emprender este camino”, afirma Coki.

Fue entonces que por obra del destino, las casualidades o esa la Ley de Atracción de la que es una férrea seguidora, a sus 30 años, un encuentro insólito con un personaje cordobés sería la que la llevaría a Buenos Aires al programa de Marcelo Tinelli. El resto es sabido. Una popularidad inmediata a nivel exponencial que en tan solo días la hizo conocida como por todos como Coki Ramírez.

R.V: ¿Cómo viviste ese vuelco de fama tan repentina?

C.R: Fue muy difícil de describir porque yo siempre fui muy tranquila, sencilla. La gente a veces se guía por lo que ve, pero realmente soy una piba de barrio, de mi casa. Y todo eso fue un shock… ¡no entendía nada! Tuvo sus partes buenas y otras malas…fue muy duro. Es más, fue tanto el estrés que se me ocasionaron quistes en mis cuerdas vocales. Creo que nadie está preparado para un cambio tan grande de un día para el otro, y no todo era tan color de rosa como se veía en la pantalla. Sinceramente, no tenía poder de decisión de casi nada.

R.V: Y hoy Coki, a la distancia, ¿cómo ves esa vorágine que implicaba la industria del entretenimiento de aquellos años?

C.R: Yo siempre fui rebelde y traté de marcar mis puntos de vista y de armar mi espacio con lo que yo quería decirle a Marcelo y lo que le quería cantar, más allá del juego mediático que se armaba. ¡Tengo un alma de productora que sin duda funcionó y permitió que todo fluyera! Sin embargo, fue una época muy dura. Yo soy una mujer extremadamente sana y ante muchas cosas que se veían y te ofrecían, gracias a mi familia, a mis valores, a Alberto Plaza que a la distancia estaba atento a todo, pude salir de todo ese momento, manteniendo mi compostura y mi esencia.

R.V: Entonces, ¿la fama es puro cuento?

C.R: ¡Es muy difícil todo eso! Sobre todo creo que tenés que tener pilares desde antes. En mi caso, mi familia fue fundamental para no deprimirme, para no caer en adulaciones. Es como que a uno la padece a veces. Sacando obviamente todo lo lindo y el cariño de la gente que hasta hoy permanece intacto, es cuestión de mantenerse en eje y aprender a decir que no.

R.V: Deduzco por lo que decís que sos una persona para la cual los vínculos son importantes…

C.R: ¡Totalmente! Llegás a un momento de la vida en que te das cuenta que los vínculos reales lo son todo y de aquello que te intoxica o que te hace mal. ¡Yo no negocio mi paz por nada ni nadie! Además, trabajar con mi familia es también un gran sostén. Desde mi madre que me hace mi vestuario –además, de las maravillas que uso del diseñador Claudio Cosano-, y de mi hermana que es mi manager. ¡Son fundamentales en mi vida y en mi carrera!

Me rodeo con gente que vibre como yo y que entienda que la fama es nada.  Yo soy Patricia Silvana Ramírez, me levanto de mal humor, reniego, me quejo, ¡soy un ser humano! Siempre habrán quiénes no les guste y me critiquen pero para mí nada lo tomo de forma personal ni gasto energía en cosas que no me dan nada.


«Creo en la visualización y en la Ley de la Atracción para lograr cumplir lo que uno se propone», señala Coki. PH: Walter Talotti.

R.V: Este momento de tu vida Coki, ¿te encuentra en pareja?

C.R: Estoy sola pero soy una mujer que también disfruta mucho la soledad. Pero las relaciones humanas están muy complicadas, sea en una pareja, en amistades…es todo muy efímero. No hay código, ni respeto ni compromiso.

R.V: ¿Pero seguís apostando al amor?

C.R: ¡Ahora solo apuesto al amor propio! A mi paz, al amor conmigo, y a la energía que tengo que tener para devolvérsela a mi público en casa escenario.

R.V: Un público que además de amarte por tu voz valora mucho tu forma de ser y tu espontaneidad…

C.R: Sé que soy extremadamente espontánea pero también que a veces debo medirme. Creo que uno tampoco puede decir todo lo que piensa en la vida. La mente te tira pensamientos que no están buenos. Uno comete muchos errores, juzga, pero me digo: ‘No Coki, no te metas en esas cosas, la vida es una competencia pero solo con uno mismo’. Uno no sabe lo que realmente puede estar pasando el de al lado. No quiero hacer lo que muchas veces me hicieron a mí y que me dañaron.

R.V: Acabamos de finalizar el ‘Octubre Rosa’ en donde la concientización del Cáncer de Mama fue una comunicación constante. En este sentido, ¿te relacionas en tu rol de comunicadora, con fundaciones o causas de esta índole?

C.R: ¡Todo el tiempo! Gracias a Dios nunca me pasó atravesar una enfermedad tan dura como puede ser un cáncer, pero es muy importante concientizar sobre los cuidados y la salud. En especial he trabajado mucho con FUCA y poniéndome a su disposición en lo que necesiten y empleando mis redes sociales también para ello o cantando para pacientes como lo hice en el Fleming. ¡Fueron experiencias increíbles y muy duras a la vez y que realmente te hacen valorar las cosas que son importantes!

R.V: ¡Cómo ese don que hablamos al inicio de esta entrevista te ha permitido también vivir estas experiencias!

C.R: ¡La música hace milagros! Me acerca a gente tanto sana como con problemas de salud. A mí me siguen también un público de mujeres mayores a las cuales respeto y les digo ‘mis viejitas’ y que  me hacen tenerle un respeto total a la vejez. ¡Ellos han vivido, aprendido y visto tantas cosas más que uno! Y son a veces tan poco valorizados.



R.V: Sos sin duda una mujer bellísima y con un estilo muy casual que obviamente, habla mucho de esa ‘chica de barrio’ que decís que sos, pero ¿cómo te llevas con la moda?

C.R: ¡Me encanta! Soy un desastre (risas). Soy muy del jean, remera y botitas tipo texanas texana o el taco aguja. Pero con la ayuda de mi mamá y los diseños que hacemos juntas, creo que marco una tendencia en mis estilismos de los shows. Es más, ¡creo que sigo más sitios de moda en Instagram que de cantantes!

R.V: En relación a este tema y también como tu rol de emprendedora, ¿estás con algún proyecto más allá de la música y más cercana a la moda?

C.R: Aún no puedo contar mucho pero estoy trabajando con una marca importante en el armado de una cápsula propia… ¡todo un desafío!

R.V: Y por qué no hasta un Vino como muchos cantantes…

C.R: ¡Me muero! Soy tan feliz en Mendoza que quién sabe (risas). Lo que sí puedo asegurarte es que tengo ganas de hacer un teatro en esta Provincia muy pronto con un proyecto que tengo en mi cabeza donde se fusionen varios estilos musicales.

R.V: Por último Coki, ¿cómo te definirías?

C.R: ‘La Coki’ es una niña eterna, sensible, emocional, pasional y también a veces quejosa. Es auténtica. Necesitan que la amen, pero definitivamente hay algo que no puedo controlar y que creo que Dios me lo impuso: soy una mujer que vino a dar. Me emociona hasta decirlo pero me ha pasado que he llegado a shows llorando a mares por desencuentros amorosos y subo al escenario y es como que me bajara un haz de luz para entregarme a la gente. Igual me pasa con mis amistades. Siento que todo momento tengo que aconsejar, decir, pero también implica una carga de energía muy fuerte…y ahí es donde te digo que tengo todas mis pilas en el amor propio y no esperar de nada ni nadie de afuera que me lo den. Es generar el amor en las cosas simples de la vida. ¡Soy una buena persona que le gusta aprender y que me permite dormir en paz!


Producción periodística: Paula Crombas @paucrombas

Fotos: Walter Talotti @waltertalotti

Agradecemos a: Hotel Sheraton Mendoza y Enjoy Casino por la locación y por acompañarnos en esta producción.

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