Editorial

Trabajar, un derecho que todas las mujeres deberían gozar sin discriminaciones

“Elige un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida”. Si bien esta frase –por tantos conocida- engloba lo que para muchos, fue su leitmotiv al elegir una profesión o un oficio determinado viéndose en una proyección, lo cierto que la posibilidad de tener un trabajo es un derecho que todo ser humano debería gozar en pos de su desarrollo como persona.


Sin embargo, es una realidad (lamentable) que muchas personas no puedan acceder a él y en este segmento, cuántas mujeres entran dentro de los grupos que quedan excluidos de posibilidades laborales o, en el mejor de los casos de lograrlo, en absoluta desventaja frente a los hombres.

Durante décadas, términos como el ‘techo de cristal’, ’disparidad salarial’, ‘brecha laboral’, entre otros, se han convertido en palabras comunes y cotidianas en la realidad de las mujeres. Para reflejar este escenario, solo en Argentina, las mujeres ganan en promedio 25% menos que los varones por la misma tarea, según datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) realizada por el Indec (Instituto Nacional de Estadística y Censos) en el primer trimestre de 2023.

Estos porcentajes no hacen más que reflejar el  hecho de que los sectores mejores pagos, es decir, aquellas áreas que mejor pagan en una empresa u organismo, estén en cierta forma, orientados hacia los varones -sin ninguna justificación concreta-, lo cual genera que esa permanente segregación a la mujer en el mercado laboral se traduzca en una brecha salarial constante para ellas.



Pero dentro de esta compleja situación, está también la de aquellas mujeres que sí han podido acceder a un trabajo pero tienen la necesidad de poder contar con una estructura o red de apoyo que facilite sus tareas ya que por lo general, y a diferencia de los hombres, otro problema que se suma y enfrentan las mujeres es que, además de mantener múltiples ocupaciones, también asumen la responsabilidad de cuidar a integrantes más jóvenes de la familia o a personas mayores que requieren atención especial. En este sentido, se juntan varios factores como es la limitación de participación femenina en el mercado laboral, la necesidad de tener más de un trabajo, y las horas de trabajo no remuneradas.

Entonces, ¿cómo salir de este escenario tan dispar?

Sin duda que responder esta pregunta es difícil y requerirá tiempo y un cambio en la sociedad entera, pero no debe ser una utopía en absoluto. Y es que la participación de la mujer en el mercado laboral y el reconocimiento por igual valor y por los mismos méritos que los varones, es un camino que hay que seguir recorriendo y que todas esperamos que se pueda ir reduciendo en un futuro no tan lejano.

Hoy en el Día Internacional del Trabajador, apoyamos esta lucha que más allá de involucrar a las mujeres, atañe a todas las personas, anhelando sociedades en donde el trabajo sea un derecho absoluto e igualitario, sin cuestionamientos ni desventajas sin importar ningún tipo de género de las personas.

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